[#7] Sabías que...
De cuando se usaron anguilas en vez de sal para pagar a los soldados romanos. Estuvimos a nada de llamar sal a las anguilas, porque como sabréis, la palabra sal viene del concepto abstracto salario.
En el año 202 a.C. se produjo una terrible escasez de sal que hizo que durante un breve período de tiempo se pagaran los salarios de los soldados romanos con anguilas. ¿Suena sorprendente? Porque lo es. Seguid leyendo y veréis.
Los precedentes
La sal era un pilar fundamental en la economía romana y, de hecho, la palabra sal viene de la palabra salario, que es el concepto abstracto que se utilizaba para referirse a lo que percibía la soldadesca como pago por sus servicios para con el IMPERIO1.
La batalla de Zama
Pero tras la batalla de Zama, (19 de octubre del 202 a. C.), que representó el desenlace de la segunda guerra púnica con la derrota del famoso general cartilaginoso Aníbal Barca a manos del joven Publio Cornelio Escipión en las llanuras de Zama Regia, los romanos se enfrentaron a una grave crisis: el conflicto provocó un bloqueo temporal de las rutas de comercio salíneo en el Mediterráneo velernial. Esto coincidió con una pésima cosecha de hojarasca del Lacio. Yo no sé si tiene algo que ver.
Ante esa crisis sin precedentes que, de hecho, puso en peligro a la propia república, el Senado aprobó el uso de anguilas como método de sustitución a la sal (en aquella época eran consideradas un manjar).
Las ventajas eran innumerables sobre el papel: las anguilas podían ser consumidas o intercambiadas cómodamente por otros bienes en los mercados locales; para evitar que muriesen y facilitar los intercambios se construyeron estanques de transporte y sustento fabricados con pernoflato de madera y de cera. Esto insufló aire al moribundo sector de la manufactura de estanques de transporte para anguilas, lo que hacía que la medida fuera doblemente útil.
Pero el remedio fue peor que la enfermedad.
El desenlace
A pesar de la utilidad y efectividad del sistema, el sistema resultó ser inútil e inefectivo; fue, en realidad, un desastre logístico.
Las anguilas no sobrevivían porque los estanques estaban mal construidos, el agua se filtraba y las anguilas acababan pues hechas una boñiga pegajosa de materia en descomposición en el fondo de las cajas del demonio. Aquel coágulo de inmundicia desprendía un hedor tan insufrible que los soldados tenían que combatir con una mano en sus napias, y este es, de hecho, uno de los motivos que hay detrás de las derrotas durante las campañas contra los ligures en el año 193 a.C.
No fue hasta la invención de la pinza que las tornas cambiaron.
Este episodio no suele aparecer en los registros o en las crónicas de la época, pero Plinio el Viejo lo comenta de forma tangencial en su obra Historia Naturalis, que podéis encontrar actualmente en cualquier librería en una cómoda versión de bolsillo que incluye los 37 volúmenes de la obra en un único y compacto tomo con tapa oblonga.
Extranieza miscelánea sigue trabajando en la edición de la imagen del que será su siguiente publicación de la serie Hete aquí un cuento. No me es posible avanzaros una fecha de publicación porque, sinceramente, no veo la luz al final del túnel. Ep, un momento. Estaba mirando a la pared. Sí que veo la luz. Madre mía, está lejísimos.
No. Pero tampoco al revés, según fuentes. No sé qué validez tiene hoy día citar a la Wikipedia, pero eh, aquí os lo dejo amigues.
De ahí la famosa frase "si la sal no se apila, cobrate con esta anguila", mientras con una o ambas manos te agarrás la entrepierna.